lunes, 19 de noviembre de 2012

El efecto Mary Poppins

Sandra Bulos
Siempre he admirado a Mary Poppins. Soy su fan desde pequeña y reconozco que sigo identificando a Julie Andrews con el papel de esa niñera "practically perfect" que era capaz de tomar el té en el techo y de hacer una carrera de caballitos de carrusel

Es más. Odio a Barbie, me horripilan las Bratz y todas esas porquerías, tengo asco a Shin-chan o como coño se escriba, qué más da; y sobre todo me ponen del hígado Mickey Mouse, el pato Donald, Pluto y toda su cuadrilla con problemas para hablar. Siempre he tenido manía a Walt Disney por machista, por su afición a hacernos empatizar con el protagonista a costa de matar a sus progenitores, por dar una imagen obsesiva de las mujeres como seres frágiles y por un montón de cosas más con las que no me voy a extender aquí. Pero admito que con este genio que decidió pasar a la eternidad congelado me la envaino por ser responsable de obras maestras como ésta. 

Me encantó ver el musical en Londres -basado en la novela original de una autora australiana bastante insoportable- y, ahora que tengo dos hijas, estoy reviviendo una etapa muy entrañable de mi infancia. Incluso demasiado. De hecho, en las últimas semanas rocé ese momento en el que pasamos de adorar a alguien/algo a repudiarlo. Pero no. Al final todo salió bien.

Como mi hija pequeña estaba obsesionada con esta película y sus melodías estaban empezando a martillearme la cabeza, se la puse en inglés para ver si así perdía interés. Pero ni siquiera así conseguí que dejara de pedirme en tono amenazante que le diera al play.

Así que decidí contraatacar, que es lo que a mí me gusta, y pensé que para su segundo cumpleaños le haría una fiesta temática de Mary Poppins. Advierto: es todo muy friki, pero resultó muy, muy divertido.


Todo en tonos blancos y rojos: como los que lleva Mary Poppins en el parque.


Para empezar, decoré la casa de tal forma que a Helena -la homenajeada- le quedara claro de qué iba el asunto. Tiene dos años y no quería que se le pasara la fiesta sin haberse dado cuenta. Con unas cartulinas negras, pinté la silueta de Mary volando y la de su amigo el deshollinador Bert -el gran Dick Van Dyke- en las chimeneas. Lo malo es que cada vez que subíamos o bajábamos a la cocina era una pesadez: estaba como loca viendo a su querida Mary y no quería ni subir ni bajar, sólo tocarla...


Me planteé hacer partícipes a las invitadas de la fiesta de toda la parafernalia con unas bandas que decoré con el tipo de letra de la película con 'Votes for women', el lema de Mrs. Banks y las demás sufragistas de la época en Inglaterra. Ella las llevaban blancas y azules, pero a mí me entonaban mejor con el rojo, así que hice esa pequeña trampa. A los niños les di unos bombines como el de Mr. Banks. Preparé unos cake bites de galleta oreo y chocolate avainillado de color rojo con el portatartas que me dejó Miraver y que quedaron bastante bien en sus cucharitas (con un pooco de azúcar...). Eso para los mayores para acompañar las copas (que, efectivamente, cayeron).

Antes llegó la tarta, de vainilla de tres pisos y decorada con frosting de chocolate, margaritas comestibles (compradas) y unos caramelitos rojos. Un plato de plástico puesto al revés y embadurnado con frosting hizo de ala del sombrero. Creo que dio el pego.


Cuánto trabajo para un día.


Además de algunos detalles como las servilletas rojiblancas o la tela entonada que compré en Ikea para la ocasión, aproveché dos vestidos preciosos de mis niñas para vestirlas de Mary. En la imagen superior podéis ver el de la mayor. Es vintage: me lo hizo mi madre de pequeña para la comunión de mi hermano. Le añadí la banda roja y los lazos a los lados y en el cuello.



El WhatsApp que convocaba el cumple con una imagen de Mary ya anunciaba lo que iba a pasar,
pero creo que los invitados no se esperaban tanto despliegue    ;-)


Pero si algo deja patidifusos a tus invitados es que les abra la puerta la propia Mary Poppins (con su gorro, su paragüas, su camisa, su abrigo, sus guantes, sus labios rojos, sus botines hacia los lados) y; en esta ocasión, también Bert con su gorra, su cara sucia, su material de trabajo; y dos mini maryz preziozaz.

¿Merece la pena tanto trabajo para un solo día? Sin duda. Especialmente si la cumpleañera pasa de estar semicabreada exigiendo día y noche ver la peli a repartir sonrisas, besos, abrazos, regalar bailes y mimos e incluso, y esto sí que me sorprende, a pasar de Mary y demás pelis. Es el efecto Mary Popppins. Y ya dura dos semanas.

¡¡Feliz segundo cumple princesa!!

3 comentarios:

  1. Felicidades Helena!!!

    Bulos sin duda ha sido una fiesta divertidísima para niños y mayores! todo cuidado hasta el último detalle! y ya sabes mi debilidad! me quedo con los cakebits de oreo!! espectaculares! (y las especialidades de nuestro barman particular!!)

    ResponderEliminar
  2. !Dios mio! !Que barbaridad! Sois estupendas. No me veo haciendo todo eso, !pero la verdad es que queda precioso! Seguro que te merecio la pena ver la cara de Helena... Besos a la pequenaja, !Feliz Cumpleaños!

    ResponderEliminar
  3. Efectivamente fue todo un shock que los dos protagonistas de la película nos abrieran la puerta al entrar, me quedé sin palabras!!! El resto genial! La tarta estaba buenísima y todo resultó un éxito! Aunque no me veo capacitada para montar algo similar, me encanta poder disfrutarlo en vuestras casas, Bulos, Miraver, sois la bomba!!!!!

    ResponderEliminar